(Foto: Presidencia)
-¿Qué sentiste cuando te eligieron senadora?
-Responsabilidad. Tal vez debe ser uno de mis grandes defectos, nunca sé festejar logros, solo siempre sé mirar lo que falta. Eso es un problema que trataré de corregir.
-¿Te parece que hay muchos actos de discriminación que pasan sin ser denunciados?
-Miles. Yo creo que el milagro es que la gente se anime a denunciar.
-¿Por qué te parece que no se animan?
-Tenemos mecanismos que podemos utilizar y que son deseablemente perfectibles pero sumamente insuficientes. Es hora de que hagamos un diagnostico honesto, y digamos bueno… tenemos muchas normas excelentes, que funcionan muy bien, pero tenemos otras que no funcionan bien, no son buenas y es necesario que reparemos errores.
-¿Qué opinión te merece que la Iglesia se mete en todo?
-Mira, como por suerte estos debates son de derecho positivo y estamos en un país laico. La fe y la religión están muy bien, pero para eso hay templos. En estos debates, ni corta ni pincha.
LA OTRA MICHELLE
Sus autores preferidos son Delmira Agustini, algunas cosas de Neruda, y Federico García Lorca. Más que la televisión le gusta el cine. Ha visto tres veces “La Vida es Bella” y estaba viendo la serie chilena “Los Archivos del Cardenal”. “La Ladrona de Libros” y “Agosto” le gustaron. Ama el cine, ya sea con amigos, en la computadora, en el DVD o en el mismo cine.
Un periodista le preguntó, de frente, si había planeado adelgazar. Ella respondió que en un momento lo hizo, pero reconoce que lo suyo es “la belleza renacentista”. A su estilo, argumentó así:
-“El estereotipo es que una mujer trans merece ser llamada mujer si pasa por una especie de tribunal de estética. Mientras más se parezca al estereotipo hegemónico de mujer casi vedette, casi modelo, joven, eterna, bella, más parece ser que merece llamarse mujer. Es como que te lo ganás. A mí me parece absurdo y totalmente opresivo, pero no solo para las mujeres trans, para todas las mujeres. Lo que tendríamos que aprender todas las mujeres es que no existe esa suerte de originales y copias, esa suerte de imagen que hoy se revela como hegemónica y que por lo tanto todas nos tenemos que parecer y ser copia fiel para merecer ser mujeres. En realidad tienen que existir tantos perfiles de mujer como mujeres existan”.
-¿Cuándo decidiste que estabas preparada para escribir un libro?
-No sé si había un momento, siempre tenía ese afán, me daba la sensación que este proceso de cambios legales tenía que convertirse en algo que no quedara… o tratar por lo menos que no quede ese divorcio entre el ser y el deber ser. Entre lo que el derecho consagra y que no hayan personas que se empoderen de esos derechos para ejercerlos, esa especie imagen de que el derecho está muy lejos de nuestras vidas cotidianas y que no tiene nada que ver con nosotros. Entonces el tratar de transformar a un lenguaje vulgar y lo más accesible posible, una norma, o sea desnudarla de su ropaje jurídico para hacerlo lo más empírico que se pueda por un lado porque tengo los mismos defectos que cualquier abogado tiene, considerar natural lenguajes que son netamente técnicos y por el otro lado cómo hacer entender normas a las personas de una forma sencilla sin faltar a la verdad, sin alterar elementos que los puedan llevar a confundirse y cómo difundirlo, también cómo financiarlo. Fue un objetivo que durante mucho tiempo intenté… parecía que era un objetivo que se frustró y realmente la vida me dio la oportunidad de que un montón de elementos coadyuvaran para que en una cierta circunstancia totalmente imprevisible se diera la posibilidad de que ese sueño se hiciera realidad.
-¿De qué trata tu libro?
-El libro trata de toda la normativa que tiene que ver específicamente con diversidad sexual, explicada para un público que tiene dificultades por su orientación sexual o su identidad de género de forma tal que conozca sus derechos, sepa ejercerlos e incluso para dar una primera aproximación a operadores jurídicos que no saben sobre estas normas y que pueden encontrarse (porque son defensores de oficio, porque son abogados, porque son procuradores) con un público ávido de respuestas, que se van a encontrar con un profesional que no se las puede brindar.
-¿Qué trato te parece que los medios les dan a las personas transexuales?
-El que pueden. Hay graves problemas de lenguaje, hay graves problemas de cómo se trasmite la información a los medios, donde las propias instituciones públicas como, por ejemplo, el Ministerio del Interior clasifica los actos de violencia ejercido contra mujeres u hombres trans como simples agresiones a hombre solteros que están en la calle. Invisibilizan esas cifras. De hecho, una medida que podrían haber tomado es la medida que tomo el MIDES al incluir dentro de su sistema lo que es “HM HT MT” (hombre mujer, hombre trans, mujer trans), donde de esa manera nos permitirían tener por lo menos en esa esfera de actividad cifras oficiales. Violencia contra mujeres trans, elementos que tienen que ver con actos de discriminación o de odio, entonces eso a su vez se trasmite inadecuadamente y los medios muchas veces se excusan en esa información para de alguna manera decir “nosotros simplemente somos mensajeros, reproducimos lo que nos dan”. Y a su vez la falta de comprender que el lenguaje crea realidad, no solo la describe, porque todos los elementos están culturalizados. Si yo quiero definir tu identidad de género exclusivamente por tus genitales, descripción es que yo diga con una palabra a qué órgano me refiero, cuál es su funcionamiento, o cómo actúa. Que yo defina la integridad de tu cuerpo por ese elemento, es cultural. Cuando yo utilizo una palabra y te defino elementos con esa palabra yo también construyo realidades. Por lo que es muy difícil a veces darnos cuenta que con muchas palabras seguimos reproduciendo elementos de discriminación que los tenemos naturalizados. No es por gusto o maldad, sino porque a todos nos criaron en la misma sociedad y cuando éramos chicos nos decían que los varoncitos usaban celeste y que las nenas usaban rosado.
Entrevista realizada el 09-02-2015
Por Sofía Formoso / Sin Etiquetas