Yo tengo varios amigos musculosos ninguno sabía de la relación que yo tenía con mi pareja, solo sabían que iba a mi casa para hacer tarea conmigo, y no era raro que alguien me visitara por que eran muchos los que iban a mi casa, algunos iban a jugar videojuegos conmigo, otros a leer o ver la tele, pero el amigo de mi pareja, Nicolás iba a enseñarme taekwondo y a hacer ejercicios conmigo. Por lo regular iba los lunes y miércoles una que otra vez en sábado.
Nicolás era muy fuerte, mayor que yo, de piel morena ojos negros y una voz que a cualquiera dejaría helado, con su corte de pelo “a lo militar” me impresionaba demasiado. En fin, un miércoles fue a mi casa, mi madre había dicho que saldría y con mi hermanito y mi padre después del trabajo la acompañaría. Mi hermano el mayor iría a una fiesta de las cuales siempre llegaba a otro día oliendo a borracho (o sea a cigarro y alcohol).
Prácticamente estaría solo en la casa.
Nicolás vino a mi casa y después de una larga jornada de ejercicio le ofrecí agua, le pregunté si quería bañarse y que podía dejar su mochila en mi cuarto.
El aceptó y se fue a bañar. No lo dudé ni un segundo, quería verlo completamente desnudo, pero como hacía, que excusa iba a poner para entrar al baño? Pero… volvería a tener esta oportunidad? Así que me decidí a ir al baño y al abrir la puerta: “OH POR DIOS”, el agua corría por todo su musculoso y bien marcado abdomen, sus grandes y hermosos brazos y por una maravillosa y gruesa pija, y pensé que ese hermoso instrumento me haría sufrir mucho mas que el de mi pareja.
El me miró asustado y me preguntó: "¿Que?" a lo que respondí: "No, nada, perdón, creí que ya habías terminado como no escuchaba la regadera, je je."
Esperé afuera del baño pacientemente, al poco rato salió desnudo y me preguntó:
-"Ya no eres virgen, ¿verdad?". No mentiré que me quede atónito ante la pregunta pero pues que perdía en decirle la verdad:
-"No, ¿Porque?".
-“Ya ves, uno que todo lo sabe, ja ja ja”. Y mirándome fijo comenzó a acercarse. Mi cara reflejaba pavor y excitación al mismo tiempo, sus manos rodearon mi cintura y las mías se deslizaron por sus brazos, recorriendo cada punto de aquellos enormes brazos que ahora me sujetaban, me quité la camisa, el me miraba y yo a él. Me acerqué a su boca y lo besé, me recostó sobe la cama mientras dejándome de sostener me desabotonaba el pantalón para así quitármelo después a tirones con los pies sin dejar de mirarme, empecé a besarle el cuello y los brazos tan bien como él lo hacía.
Mi boca fue bajando hasta llegar al éxtasis del, y lo vi erecto, su enorme y deseado pene era demasiado grande.
Empecé con mi labor mientras el con sus manos me tocaba el pelo y gimiendo de placer me subió y sobre la cama de mi cuarto nos colocamos en un 69, eso era para mi lo mejor ya que en esa posición podía abrazar mis nalgas para poder saborearme por completo. Tengo que admitir que el lo hacía mejor que nadie. Su lengua hacia muchas cosas, me mantenía en un perfecto momento. Pero me vino remordimiento por mi novio, así que me detuve.
-“¿Que pasa?- preguntó”.
-“Es que tengo pareja y esto no es justo”.
-“Ya le fuiste infiel en cuanto me besaste, así que ¿que mas da?, además… ahora… viene lo mejor”, me dijo mientras de su mochila sacaba un condón que llevaría a mi boca.
Lo anterior me dejó aturdido pero pues era cierto lo que me decía. Me pidió que volviera a chupársela y después que le pusiera el condón con mi boca, volví a sentir su pija latir en mi boca, enseguida me colocó en cuatro patas y comenzó con aquel excitante dolor que me hacía gemir del enorme placer, cada vez iba mas rápido y me daba un buen dolor. Ese dolor que tanto me gustaba, pero aun mas fuerte, aun mucho mejor que el que alguna vez hubiera sentido.
-“Me vengo, ¡me vengo!
-“No aun no, por favor”.
Pero se vino, me parecía sentir litros y litros semen.
Me levantó la cara y dijo algo que me espantaba:
-“Ahora vas tú”.
Me quedé helado, yo jamás había hecho eso, me aterraba porque sentía que no lo haría bien, él lo notó en mi cara y me besó.
-“Vamos, metemela”.
-“Y si no lo hago bien”, pregunté.
-“Vas a ver que si, quiero sentirte adentro”.
Se recostó sobre mi cama y con sus nalgas firmes y duras apuntando hacia mi.
Con un poco de temor comencé a meter mi pene en aquel culo redondo, pero su cara cambió, era de dolor asi que lo saqué, pero el dijo:
-“Sigue, no pasa nada, en serio me gusta”.
Volví pero esta vez lo hice mas lento, su cara me asustaba,
-“Ahora movete”- gritó.
Me moví lento pero el se movió mas, empujaba hacia atrás hasta no dejar nada afuera, sus gemidos eran de placer y me agradaba tanto como a él, así que mis movimientos fueron cada vez mas rápidos cosa que a ambos nos gustaba cada vez mas. Gemíamos ambos cuando llegó el momento de mi venida.
-“Ahora me vengo yo, me vengo”, le dije.
Cuando acabé su cara era de completa felicidad, después dijo:
-“Espera”. Cambió su posición, me quitó el condón y puso su cara y comenzó a masturbarme, abriendo la boca y sacando su lengua, mi semen recorrió toda su cara, con la lengua se limpió lo que pudo y lo demás con las sábanas de mi cama.
Nos quedamos abrazados, acostados sobre mi cama besándonos. Al otro día cuando nos despertamos me dijo:
-“Gracias… nunca me habían penetrado”.
-“¿Que?”. ¿Porque me decía eso? ¿Que me intentaba decir?
-“No te gusto, ¿verdad?”
-“… Si me gustas… gracias por hacerme sentir que puedo hacerlo y gozarlo tanto.”
-“Sabes que esto fue solo un resbalón, al menos para mí, ¿verdad? Se que amas a alguien, pero eso para mi no es obstáculo”…
Relato enviado por Augusto de Paraguay.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario